A puntito estamos, una vez más de celebrar, el día de TODOS y de TODO. Porque ese es sin duda el Día Mundial del Medio Ambiente, el 5 de Junio.
Una festividad que engloba a todos los seres humanos, a todas las especies animales y vegetales, a ríos, lagos, mares y océanos, a montañas, valles, desiertos, playas, glaciares, selvas… En definitiva, de todos y todo lo que forma parte de este planeta.
Y yo, como acérrima amante del Medio Ambiente, no puedo dejar pasar este día sin más.
Muy a mi pesar sigue siendo tan necesario, como siempre, hacer que este día no pase desapercibido, porque hoy, como siempre, seguimos empeñados en poner “tierra de por medio” entre nosotros y él, sin llegar a entender que somos las misma cosa y que sin él, nuestra existencia no es posible.
Así que, aquí estoy un año más intentando poner mi granito de arena para que este día no pase desapercibido, con la esperanza de que llegue el momento en que ya no sea necesaria esta conmemoración, porque hayamos conseguido restablecer el equilibrio entre nosotros y el resto del Medio Ambiente y porque ya lo tengamos totalmente presente en nuestro día a día.
Esta vez se me ha dado por echar la vista atrás para tomar conciencia de cómo han cambiado las cosas desde que yo empecé en estas lides.
De cómo han cambiado o de como siguen estando igual, porque… con lo rápido que va este mundo, mira que vamos lentos con esto,… ¡lentísimos, diría yo!