Párate un momento, mira a tu alrededor,… ¿lo ves? Está por todas partes. Estés en tu casa, en la oficina, en la playa o en el monte, seguro que está ahí contigo, a tu lado, en lo que tocas, en lo que miras, y hasta probablemente lo lleves puesto. Allá donde el ser humano esté o haya estado, será su huella, la impronta imborrable de su presencia: EL PLÁSTICO.
El versátil material que ha hecho las “delicias” del consumismo, comienza a convertirse en un gran problema de nuestra existencia. Su extendido uso, que nos ha facilitado mucho la vida durante años, comienza a ser una preocupación cada vez mayor.
El plástico no sólo lo tenemos en envases, si no que prácticamente está presente en cualquier producto de nuestra vida diaria: cosméticos, textiles, materiales de construcción, muebles, utensilios, en el coche, los juguetes, material médico y un largo etcétera que llega hasta tal punto, que resulta complicado nombrar algún elemento o lugar donde el plástico no esté presente.
Cuando tienes cierta inquietud por la protección ambiental, y tratas de incorporar en tu vida prácticas que reduzcan la huella ecológica de tu paso por este planeta, esta invasión del plástico resulta verdaderamente incómoda porque, escapar de ella, se vuelve harto difícil.
Déjame que te hable del gran problema que los plásticos representan para el Medio Ambiente y para nuestra salud y de cómo la huida de este material es, hoy en día, casi misión imposible.