Todo lo que fabricamos, usamos o utilizamos viene del Medio Ambiente. Agua, energía, materiales, alimentos, … todo lo extraemos del Medio Ambiente, pensando erróneamente que su generosidad no tiene fin. El coche, la casa, el sillón, la comida, el papel, el lápiz, la tablet, el ordenador, el gasoil, los aceites industriales, las materias primas (ya sea granza, chapas metálicas o hilos), … todo y todos, tienen su origen inicial en el Medio Ambiente.
Todo lo que no utilizamos, rechazamos o desechamos, acaba en el Medio Ambiente. Ruido, residuos, emisiones, vertidos, … acaban en el medio, bajo la ridícula idea de que éste lo podrá digerir todo. Las emisiones de nuestros coches, el humo de las fábricas, los embalajes de todo lo que compramos (y con el tiempo también lo que compramos), las aguas sucias de nuestros retretes o de nuestros procesos de producción, … todo, de una forma u otra, acabará en el mismo sitio, en el Medio Ambiente.
Parece lógico y natural, entonces, pensar en que el Medio Ambiente debería estar más presente en nuestras vidas de lo que en realidad está. Que, aunque sea por puro egoísmo e interés, deberíamos tenerlo más en cuenta para asegurarnos el mantenimiento de nuestro estilo de vida, de nuestro desarrollo económico, de nuestro modelo social. Aunque sea por puro espíritu de supervivencia.
Centrándonos ahora en el mundo industrial, más allá de lo que nos diga un referencial (ISO 14001 o EMAS), o una normativa reglamentaria, y siguiendo en esta línea de pensamientos, la Gestión Ambiental debería estar presente en todas las fases y áreas de nuestro proceso. Cualquiera de las tareas que desarrollamos en nuestra empresa están íntimamente ligadas al Medio Ambiente.
Cuando diseñamos un nuevo producto, tenemos que contar con que todo lo que utilicemos para su fabricación vendrá inexorablemente del Medio Ambiente. Deberíamos preocuparnos pues, de que todos estos elementos existan siempre, que no acabemos agotándolos para que siempre podamos continuar con nuestro proceso de fabricación, que no lleguen a convertirse en recursos escasos que acabarían encareciendo enormemente nuestro producto. Debería preocuparnos también, que ocurrirá con ese producto durante su uso por parte del consumidor, o cuando sea desechado a ese Medio Ambiente que nos ha ayudado a fabricarlo. Pues, todos los efectos que pueda tener en el medio, acabarán repercutiéndonos a nosotros mismos (lluvia ácida, efecto invernadero, contaminación de aguas y suelos, extinción de especies, envenenamiento del aire, destrucción de ecosistemas…)
La integración de la gestión ambiental en toda la organización deberíamos tomárnosla como una necesidad imperante, como un interés propio, y al fin y al cabo, como cuestión de lógica.
La Gestión Ambiental debe, por tanto, integrarse en todas las áreas y niveles de la empresa. Su ámbito de actuación repercutirá y estará relacionado con toda la compañía
¿Cómo interviene, entonces, la Gestión Ambiental en las diferentes áreas de la empresa?
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