Parecía que el mundo empezaba por fin a cambiar. Tanto a nivel político, como social y empresarial se empezaban a vislumbrar buenas iniciativas para darle la vuelta o al menos empezar a frenar este desastre ambiental que, desde hace muchos años, venimos generando por la inconsciencia total del ser humano.
Movilizaciones ciudadanas para reclamar un mundo con menos plásticos, gobiernos de distintas partes del mundo legislando para dar respuestas a las demandas sociales, empresas y entidades de distinta índole implicadas con los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible) y promoviendo la Economía Circular, movimientos sociales como Fridays for Future, de alcance mundial y cada vez con más fuerza …
Y llegó el COVID-19, y una vez más, frenada en seco en temas ambientales.
Porque irracionalmente seguimos sin darnos cuenta que la buena gestión ambiental puede aportar mucho en la solución y prevención de estas crisis.
Ya ocurrió con la crisis económica de 2008, que en realidad no sólo fue económica, también social, institucional, y política… Las acciones ambientales quedaron totalmente a un lado, priorizando todo lo relativo a la economía sin darnos cuenta que ambos, Medio Ambiente y Economía están íntimamente ligados.
En esta crisis que empezó siendo sanitaria, y que ya está pasando a ser económica, social y política, el Medio Ambiente también forma parte tanto del origen, como de la solución,… ¡pero seguimos sin querer darnos cuenta!